Siempre he sido malo para la redacción de escritos. No me había importado hasta últimas fechas. He tenido que redactar oficios y notas informativas en el trabajo. Esto me llevó a inscribirme en un curso de redacción. Cada semana tenemos que hacer un escrito de 250 palabras +- 20 donde practiquemos lo aprendido. Estos escritos son revisados por el profesor y otro grupo de correctores de estilo y nos realizan observaciones la siguiente semana.
Así que durante estas semanas estaré subiendo estos escritos, los originales que envío y los que me devuelven corregidos. Cada uno lleva un tema diferente, el primero es Autorretrato a través de una pasión.
La principal pasión de mi vida.
Alejandro Diep
Aún recuerdo la primera vez que hice un programa para computadora. Fue en la preparatoria cuando en clase de cómputo, tras escribir unas líneas de código, unas letras blancas sobre fondo negro pedían dos cifras y una operación a realizar. Suma, resta, multiplicación o división. Esas eran las únicas cuatro opciones que mostraba. Al programar esa calculadora tan básica, me di cuenta que eso era lo que quería hacer el resto de mi vida. Decirle a una máquina lo que yo quería que hiciera.
Tiene ya 17 años en que eso sucedió. Ni siquiera tenía computadora. En aquel entonces, tener una era un lujo que no podía darse una familia monoparental, de clase media y en un pueblo de provincia. Tenía que ir a casa de mis amigos que sí tenían, con mi caja de diskettes y con sólo una o dos horas del día para hacer la tarea.
Se me facilitaba programar y era de los mejores en la clase. Y pronto comencé a sacar provecho de esto. Hacía la tarea de mis compañeros a cambio de una coca-cola, una bolsa de sabritas o una cajetilla de cigarros. Luego, mi fama se esparció a otros salones. Aún recuerdo cuando un amigo de mi primo llegó a la casa y en vez de hacer la tarea con él, me dijo: “Vengo a verte a ti”. Él era del cuadro de honor de la escuela, y a mí… a mí nunca me habían importado las calificaciones. Entonces lo comprendí, hacer programas de cómputo iba a ser la principal pasión de mi vida.
Murphy dice: No soy lo que llamarían un «hombre civilizado». No acato las reglas establecidas por la sociedad. No se molesten en mencionármelas, por favor.