Un muchacho estaba recostado en la cama junto a su nueva novia.
Después de haber tenido su primera sesión de sexo, ella se pasó una hora acariciándole los testículos.
Algo que ella parecía disfrutar enormemente.
Mientras él lo disfrutaba en la misma forma, se volvió hacia ella y le preguntó:
«¿Por qué te gusta tanto acariciar mis testículos?»
Y ella con voz tierna le respondió:
«¡Es que extraño tanto los míos!«
Murphy dice: Las caguamas son como las bubis: con 2 tiene uno para divertirse.